Confluencia psicosocial - Aprendizaje y Cambio Organizacional
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El sufrimiento de los sujetos en las Organizaciones
Carlos Roberto Martínez Dir. Confluencia psicosocial
Publicado en Campo Grupal, Marzo 2005

La tarea cotidiana dentro de una organización conlleva un necesario proceso de disociación, debido al malestar que producen determinadas situaciones que el sujeto debe aceptar para permanecer en ella.
Desde hace tiempo sostenemos que una de las bases que producen el sufrimiento de los sujetos en el contexto de una organización, sea esta de producción, servicio, educación, salud, representación, comunitaria, está referida a las condiciones relacionadas con las contradicciones e incongruencias en la aplicación y sostenimiento de los valores y normas de la propia organización.
Esta situación sucede por un complejo mecanismo donde están presentes las relaciones vinculares como figura, entre las responsabilidades y deberes de todos los actores, la naturalización de lo que sucede, negando que es una construcción de los sujetos que conforman una cultura particular, la imposición de valores que los sujetos no reconocen como propios, la mentira, la simulación, el relativismo, el doble discurso o la brecha entre lo que se dice y lo que se hace, elementos generadores de sentimientos que los sujetos deben controlar para evitar sanciones, exclusiones o conflictos.
La situación esencial es el lugar, prioridad o nivel de importancia que se le da a determinados sucesos, necesidades, conflictos o decisiones por los distintos actores, como también el sostenimiento o abandono de los valores y normas construidas y compartidas, poniéndose en evidencia los verdaderos valores que están en juego, ocultos por lo que se dice. La más fuerte emocional e ideológicamente, está relacionada con la naturalización de las decisiones que permite justificar hechos, como la discriminación, el dominio, la exclusión, el maltrato y la inequidad, resultado de los intereses materiales y simbólicos que se ponen en juego.
Las racionalidades dominantes tratan de explicar el porqué de las decisiones o la forma de trato entre las personas desde una "lógica" predeterminada que preserve la forma y los valores desde donde se decidió, buscando que no se lo cuestione.
Uno de los temas que se naturaliza u oculta, está referido a las formas de apropiación a partir de las cuales las organizaciones se desarrollan y consolidan.
La más conocida y sobre la que se ejerce mayor represión real y simbólica es la apropiación material. Sucede que hay otras formas: la apropiación cognitiva, donde por una parte se desbasta la experiencia de los sujetos partiendo de un supuesto “saber organizacional” a partir del cual se aumentan los requisitos formales mínimos para incorporarse o permanecer en una organización. Se instituyen de esta forma nuevos mecanismos de selección social o actitudinal incentivando la diferenciación y la “desigualdad” para posicionarse entre pares. Como resultado, los sujetos encaran procesos de formación, espacios terapéuticos, actividades en su tiempo libre, las que en muchos casos terminan siendo funcionales a la adaptación pasiva.
Otra forma es la referida a la de apropiación de energía de los sujetos; partiendo de la necesidad real de obtener la energía necesaria para sostener los objetivos y las tareas, ya que su generación, búsqueda y utilización es uno de los problemas centrales de toda organización. El propio resultado de cada suceso, trae aparejado una pérdida o aumento de la energía. Los grupos se sostienen en el tiempo si logran incorporar mayor volumen de energía del que utilizan. La acumulación no deja de ser, para los sujetos, placer no vivido o placer sublimado.
En ese marco: el éxito rápido, la valoración de la perspectiva del triunfo individual y el reconocimiento de la manipulación del enunciado de otras personas con el propósito de lograr dominarlos pasan a ser, a partir de la cultura, acciones con un significado positivo y quienes no acuerden deben evitar manifestarlo.
El pasado, la historia y por consiguiente la cultura hasta ahí establecida no tiene ya el mismo significado. Ante nuevos acontecimientos, las soluciones son generalmente externas, “modernas”, “exitosas” en otros contextos, negando no sólo la utilidad de métodos y formas propias y probadas, sino también a los sujetos que las planificaron, las llevaron a cabo y las sostuvieron en el tiempo, impidiendo, de esa forma, que se den las condiciones para modificar o abordar los nuevos acontecimientos.
Acciones y decisiones estas, que buscan modificar la subjetividad, intentando fragmentar la identidad de los sujetos buscando que hagan propios, valores que están en tensión con sus prácticas o intereses. Ya hace más de quince años que Alfredo Moffatt sostiene que en nuestra sociedad se reprime con más énfasis la identidad que la sexualidad. Una forma de operar sobre la subjetividad para desbastarla.
El propio acontecimiento organizacional con las relaciones asimétricas formales, la distancia por rivalidad y las dificultades para efectuar el trabajo básico de cada sujeto, educar, vender, enseñar, producir, ocasionan inseguridad e incertidumbre produciendo desinterés y pérdida del propio proyecto de los sujetos en esa organización, con el consiguiente aumento de los niveles de hostilidad y agresión en las estructuras grupales.
En este escenario, otros sujetos sostienen otras posiciones para trabajar juntos, sostienen otras perspectivas sobre lo que es correcto, justo y equitativo, proponen que los procesos decisorios no sean resultado sólo de la urgencia o la coyuntura. Estas posiciones incluyen, aunque no siempre explícita o concientemente, la forma de tratamiento de las personas: como objetos, no como sujetos con derechos, identidad y cultura propia. Dándole prioridad a la libertad de elegir y optar, pasando las normas y valores a un segundo plano.
El sostenimiento de la tensión entre el deseo de pertenecer a una organización y no perder la autonomía como sujetos, produce lo que denominamos sociopatología organizacional, emergente de situaciones no dichas o actuadas, modalidades de interacción que resultan alienantes, manifestaciones organizacionales que surgen posteriormente a los fracasos de sostener un estado de adaptación activa.
Consideramos la adaptación como la resolución de situaciones tales como: adecuación-inadecuación, coherencia-incoherencia, articulación-fractura, como respuestas a las exigencias del medio y en la ejecución operativa de los sujetos con la realidad.
El operador psicosocial no podrá dar cuenta de lo que acontece partiendo sólo de una técnica grupal, sin una concepción sobre lo organizacional y el sujeto en relación con esta. Su propio rol corre el riesgo de estar al servicio de lo instituido. Si partimos de Pichon-Rivière cuando sostenía que "El sujeto es sano en la medida en que mantiene un interjuego dialéctico con el medio y no una relación pasiva, rígida y estereotipada”, todo dispositivo deberá incluir: la forma de dar cuenta de las necesidades concretas, con relación al trabajo que los sujetos hacen, y la posibilidad de sostener en el tiempo la tarea; que desde la perspectiva de la psicología social es el sostenimiento de vínculos, climas, procesos de retroalimentación comunicacional, cooperación, cuidado de los otros y apropiación de la realidad para modificarla.
Para el operador hay dos formas de abordaje. Una está relacionada con una mirada o afirmación abstracta, una posición universal, intelectual, conceptual, política con relación al sufrimiento de los sujetos en las organizaciones. La otra forma parte de la propia práctica, de la confrontación entre los hechos y la visión del mundo de cada operador; el compromiso y la búsqueda del acercamiento óptimo para acompañar a esa estructura grupal en la búsqueda del camino, que los sujetos estén en condiciones de emprender, construir y sostener en el tiempo y sus potencialidades para encontrarlo.
La salud mental consiste, como lo hemos dicho, en un aprendizaje de la realidad a través del despliegue, enfrentamiento, manejo y solución integradora de los conflictos.

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