¿PARA QUÉ LOS GRUPOS....? - Graciela Jasiner
¿PARA QUÉ LOS GRUPOS....? *
Con Enrique Pichón Riviere aprendí
a creer en los grupos. Grupos donde la producción y la creación resultan una forma posible, de bordear el malestar.
Aprendí
el complejo camino de interrogar lo obvio, lo dado, lo que en la vida cotidiana
aparece como lo natural.
En algún momento entendí, que pensar, supone siempre un acto
de transgresión, de ruptura de una totalidad, y atreverse a andar travesías
sinuosas, y, a veces, dolorosas, en medio de la oscuridad.
Para crear es necesario abandonar el Edén, es necesario
demorarse, detenerse, dejarse impactar por el “otro”, pero por sobre todo por
el misterio de la propia presencia.
En los tiempos que corren, resulta un desafío para quienes trabajamos con
grupos, inventar y sostener dispositivos que potencien lo singular y saquen al
sujeto de la prisión de
No hay nada peor que una existencia desanudada. Tejer lazos con “otros”, es ligadura, es pulsión de
vida.
“Otros” con los que eventualmente
se pueda sostener una tarea ,y en
las rutas de la creación, el desafío a no ser sujetos del destino.
“Otros” con los que inventar figuras mágicas, llorar, reír, bordear el
puro dolor de la existencia.
“Otros” con quienes soñar una salida de las yermas prisiones, en que a
veces quedamos cautivos.
Los grupos pueden ser, en este sentido una alternativa.
Voy a plantear que una de las potencias de lo grupal , radica en la
posibilidad que ofrecen los grupos de instalar
una demora.
Trazar un rodeo, que intercepte la letal
e imperiosa compulsión a hacer algo inmediato y total. " el Ya y el
Todo...", como decimos los analistas.
En un grupo, los “otros”, pueden
ofrecerme una alternativa,
que quiebre la desoladora y mortífera sensación de lo único.
Hace tiempo, que trabajo la idea de que, en los Grupos Centrados en una Tarea, importantes efectos de
transformación subjetiva, advienen allí donde, por los caminos de la creación con otros,
el Sujeto puede renunciar a lo más aniquilador de su posición narcisista. Por
el goce de la creación con “otros”, renunciar a los goces más mortíferos.
Anudamiento con “otros”, que potencia lo singular. Renuncia a
un ensueño narcisista para poder producir con “otros”, soportando la falta de
garantías y las incertidumbres propias de cualquier acto.
Misterioso universo el que nos habita,...de repente nos sucede un instante de felicidad..., de repente algo nos asombra,...
Borges
deseaba que la gente sintiera el misterio, que
se asombrara. Sólo asombrándonos, podremos saber algo del alma humana. Y
como dice Borges ...”tal vez así, a uno lo acaricie una misteriosa brisa de
felicidad...”
El arte, la literatura, la mitología se detienen con sensibilidad en los misterios
que nos habitan. Quiebran los sentidos cristalizados de las teorías.
“....El Minotauro monstruo feroz y devorador,
mitad hombre y mitad toro, vivía encerrado en el Laberinto. Laberinto sinuoso,
sin salida, irremediablemente, conducía al centro, donde rugía el monstruo
sediento de sangre.”
El Rey Minos, que con su estilo arbitrario quería gobernar
Creta, exigía un tributo anual de siete bellos jóvenes y doncellas, destinados
a ser comida para el Minotauro. El Rey sacrificaba a las bellas víctimas.
Teseo, un héroe, se ofrece a derrotar al Minotauro. Un día de
cielo azul, una barca de negras velas, parte
rumbo a Creta. Teseo, junto a los otros jóvenes son recluidos en el Laberinto. La bella Ariadna se enamora de su valentía, y le da
una espada y un “ovillo de hilo”. Con el hilo podría encontrar la salida del
Laberinto.
Ariadna, mujer, pone una condición,: que Teseo la saque de
allí.
“Si alguien vence al Minotauro, podrá regresar en libertad”,
había dicho caprichoso el Rey Minos. Ariadna le ofrece a Teseo las herramientas
para vencer al Laberinto y al Minotauro. Teseo
ata el hilo a una roca y conduce a los jóvenes. El rugido del Minotauro
se oye a lo lejos, en el centro. Teseo enfrenta al Minotauro y lo mata.
Teseo puede desanudar por primera vez el Laberinto.
El Mito del Minotauro es retomado bellamente, por
Borges, en el cuento : “La Casa de
Asterión”.
Borges se detiene en el monstruo sediento.... Nos recuerda
que las galerías del laberinto son todas, insoportablemente iguales.....que el Minotauro , mata a sus víctimas, para producir una
diferencia... que deja los cadáveres por mucho tiempo frente a las galerías,
para diferenciar una galería de otra...
Me interesa subrayar algunas cuestiones en el mito:
Voy a insinuar, que el
Minotauro, es un paradigma de la Subjetividad de nuestra época, circulando, sólo en medio de sus
excesos, en un laberinto todo igual,
casi sin marcas.
¿... Laberinto globalizado... diríamos hoy?
El laberinto supone un espacio y un tiempo circular,
uniforme, de lo único, más de lo mismo, de los no lugares, desierto de lisuras,
y no de rasgos fuertes.
Sujeto de nuestros
días caminando, sólo, desafiliado, según Lipovetsky, sin poder detenerse en
nada.
Y allí donde el sujeto no tiene marcas que le señalicen propiciatoriamente el camino, produce marcas mortíferas.
En un mundo light, lleno de marcas registradas, a veces
pareciera que la violencia, o algunas patologías así llamadas de nuestro
tiempo, ofrecieran la ilusión de una identidad, por lo menos una narrativa... ,una posibilidad de
compartir, con “otros” el sufrimiento.
En un universo que a veces avanza hacia lo uniforme,
¿radicaría la subversión de los grupos, y por lo tanto la tarea de un
coordinador, en una búsqueda como lo llama Lacan, de hollar, o sea marcar el camino?.....
DISLOCANDO LO UNICO.
Quiero servirme del mito, para plantear una segunda cuestión.:
Teseo sostiene una apuesta, la de no ofrecerse como víctima a la bestia sedienta. En el tramado de nuevos enlaces transforma un Laberinto sin salida, de sacrificios infinitos, en un proyecto con otros.
Hilos de Ariadna ,que en el mejor de los casos, se trazarán
en el trabajo grupal. Sucesivos recorridos, en el vínculo con otros, que irán
permitiendo la inscripción de nuevos caminos, de lazos con “otros” que
sostengan al sujeto frente a las amenazas superyoicas. No hay nada peor que una
existencia desanudada, en que uno vive
mortíferamente cautivo en la
cárcel del goce y la soledad. Prisiones
narcisísticas, de las que sólo se sale, nos enseña el mito, en un lazo con
“otros”.
Propongo que algunos dispositivos grupales, pueden propiciar el pasaje de la soledad radical de los laberintos narcisistas, por los caminos de la creación, a otros laberintos, de un tiempo vivo, en que se rompe la cárcel del goce y la soledad, y se sale del exilio de estar poseído por la creencia en lo absoluto.
Operatoria interesante a ser re-pensada allí donde sabemos, que la pulsión no renuncia por que sí a un goce. No sin otro goce a cambio.
El Minotauro, circula mortíferamente en los laberintos
de lo único, de lo idéntico.
Decía al comienzo que los grupos pueden ser pensados
como una alternativa diferente.
Hace tiempo que investigo el dispositivo de Grupos Centrados en una Tarea
(GCT).Voy a plantear hoy, algunas cuestiones, en relación al proceso de
abordaje de dicha Tarea .
Lo grupal, supone a “otros” y puede propiciar un proceso de invención de lo nuevo, en la
misma producción de la tarea.
La tarea de un grupo, como un trabajo que permitiría que en sucesivas vueltas el horizonte de lo único se
vaya dislocando.
Travesía que busca dislocar un sentido constituido.
Como dice Juan C. De Brassi, Dislocar un campo, es
sacarlo del dominio de lógicas únicas, distorsionarlo abriendo entonces el
camino a una multiplicidad de lógicas. Trabajo que permitirá nuevos enlaces y
nuevas re-distribuciones de goce.
Dislocar es
trastornar la construcción de una frase; desmontar una máquina. Dislocar
según J. Derridá, es una figura que
remite al polémico campo de la de-construcción
y significa desestructurar,
desedimentar estratos de sentido. Tiene que ver con la diseminación, con el pensamiento de la huella, de la diferencia,
del trazo.
Recordemos que en Heidegeer, el trazo ensambla, o sea, articula y separa a la vez.
EL CAMPO GRUPAL, LA DIGNIDAD Y EL MISTERIO.
Retomar hoy el mito del Minotauro, busca también ubicar otro problema que me interesaría dejar al menos subrayado, para el campo de lo grupal y de la producción de subjetividad, de nuestro tiempo, que es el tema de la dignidad.
Hay, en las consultas de nuestros días, lo que llamaría una pérdida de dignidad subjetiva, tema,
que en todo caso, un coordinador de
grupos no puede soslayar.
Santiago Kovadloff llama al Sujeto de nuestro tiempo “analfabeto profundo”...impávido, hechizado por las últimas innovaciones (inglés y computación..)no se preocupa por los dilemas de fondo, ”por las experiencias cruciales cuyo reconocimiento, infunde dignidad crítica “, al sujeto.
Enloquecedora pasión por el consumo de lo novedoso (novedades informativas, novedades tecnológicas)...,Zapping interminable, que convierte lo efímero en un valor...Interés en la información más que en la formación. Tiempo de inercia emocional, horizonte de apatía ,Terror a detenerse y encontrar el misterio que a uno lo habita.
En tiempos del genoma humano, en que la Tecnología, y la
Ciencia desde un discurso Amo, prometen despejar cualquier enigma, poder con lo
Real, tener respuestas internéticas y universales, a toda pregunta, ciertos
dispositivos grupales resultan una alternativa a poder alojar algo del
encuentro con lo imposible, con el misterio.
La relación con “otro”, como campo del misterio, aquello inagotable inquietante, que jamás se terminará de develar; hay un vacío estructural entre el sujeto y los “otros”. Levinas dice justamente, que lo patético de la relación con “otros”, es que la alteridad no se supera.
El “otro”, son las trazas que presentifican lo misterioso, lo incognoscible. Hay algo
que, no está presente, aún cuando todo está presente. Estoy trazando líneas
para ubicar el vacío estructural entre el sujeto y el “otro”. El “otro”, como
garante de que el misterio permanezca.
“Lo patético de la relación con “otro”, dice Levinas,
es que la alteridad no se supera. El “otro” son las trazas , que presentifican
lo misterioso, lo incognoscible. Hay algo que no está presente, aún cuando todo
está presente..
Si fuese posible conocerlo, aprenderlo entonces ya no
sería “otro”.
El “otro” como alguien que se retira en su misterio.¿
Podríamos pensar los grupos como un desafío a soportar el misterio?.
Lo grupal podría ser pensado, entonces, no sólo como
disolución de lo singular en lo colectivo, sino como tentativas de soportar el
misterio y la alteridad, en el tejido de un lazo con “otros”, que me permita
bordear el desnudo vacío de la existencia
LA ACTITUD DEL COORDINADOR.
Lo grupal es un campo complejo. Si no se lo trabaja, con deseo, con poesía y cierta lógica, será un campo improductivo, yermo.
Sostener la tensión, la paradoja; problematizar los dilemas,
no ahogando las preguntas con respuestas arrasadoras; soportar que no todo es
nombrable, y que lo imposible puede funcionar como causa de lo nuevo, es un
posicionamiento del coordinador que posibilita que el campo grupal devenga algo
más fecundo.
Un coordinador podrá ofrecer, o tomar alguna hebra del hilo de Ariadna, de acuerdo a cómo haya sido su propio trayecto por los laberintos
¿Cuántas veces coordinando grupos, no nos animamos, como
Teseo, a entrar al Laberinto?. ¿Cuántas veces nos quedamos con el ovillo en la
mano, dudando atormentados, sin animarnos a apostar?
¿Y cuántas veces un coordinador, se ofrece cómo víctima a la
bestia, o lo que es peor, aún como un Minotauro sediento que necesita a quién
devorar ?.¿será que de vez en cuando, todavía creemos que los Minotauros
existen....?
Hay una actitud del
coordinador, en su propia posibilidad de demora, de encuentro, con un
vacío, que puede o no, posibilitar la producción de una trama grupal.
Trama grupal, como anudamiento de subjetividades, en que haya
lugar para la demora, subvirtiendo el imaginario de nuestros días, allí donde a
veces pareciera que se busca terminar con la falta, con el misterio, con las
diferencias.
Qué hace alguien que
coordina un grupo con el misterio, con la diferencia, dependerá del trabajo
sobre sí mismo. Hay gente, como dice Santiago Kovadloff, que no soporta lo
incierto, lo inacabado, porque básicamente no soporta el misterio que le produce su propia presencia.
En tiempos de un
posible aplanamiento subjetivo,
tributario de la globalización, resulta
una cuestión ética revisar qué hacemos con la diferencia, pero no con las grandes diferencias sino con los
matices, con lo sutil, con lo que verdaderamente cuenta, Revisar qué destino
tienen las diferencias, digo, en las instituciones de formación tanto
grupalistas como psicoanalíticas.
Sostengo la idea de que , un coordinador de grupos ,debe estar a la altura de las polémicas de nuestro tiempo, que nuestra actitud debe ser la de la incomodidad, como dice Lacan,” el más corruptor de los conforts, es el confort intelectual.”
Dice Heidegger, que en la actualidad los seres humanos huyen del pensamiento, que la ciencia y la tecnología todo lo nivelan, como un campo de golf. El hombre pretende calcularlo todo, pero se olvida , de que no todo es calculable. Heidegger propone una actitud de serenidad, o sea preservar el asombro , el misterio.
Propongo que quienes
coordinamos grupos, tendríamos que poder preservar la serenidad. Un coordinador que entiende todo, que cree que puede
develar una verdad toda , que pierde la poesía, difícilmente pueda propiciar la
producción grupal.
SOBRE MITOS Y PREGUNTAS.
Los grupos, las instituciones, son muchas veces laberintos, en que, se labora y se elabora, en que, algún hilo de Ariadna nos permite tejer un camino de libertad.
Quienes trabajamos con grupos, nos
debemos tal vez algunos debates, sobre cuáles son las lógicas de nuestras
intervenciones, cuáles las herramientas que utilizamos, y cuál es la dirección
de nuestras operaciones.
Hay cuestiones que hacen bullicio, adentro, palabras que
pugnan por tomar su espacio. Productivo bullicio que, si es escuchado, alojado,
engendrará seguramente preguntas sustanciosas.
Canghuillen dice que hay preguntas que rompen los
pactos de coexistencia pacífica en los universos profesionales.
Muchos de nosotros sabemos que desde el psicoanálisis,
en algún sentido se plantea que los grupos producen un efecto peligroso: el
efecto “masa”,(..o, también llamado “efecto grupo”) es decir que los grupos
corren siempre el peligro de masificar. Estos son temas que un coordinador de
grupos no puede soslayar.
Entiendo que, el
“vínculo” (Bindung Freudiana) con otros, puede inscribirse ,más allá de la ley
de la castración, pero que, a la vez y, paradójicamente, puede resultar el más
serio atentado a dicho horizonte .En el trabajo con “otros”, alrededor de una
tarea, ciertos dispositivos grupales, podrían propiciar que en el proceso de
creación con “otros”, violentando una unidad, algo se vaya “dislocando”.
Lo grupal puede
abrir en este sentido, el camino a una multiplicidad de lógicas. Abandono de
una posición narcisista, trabajo de dislocación, distorsión, que quebraría una
y otra vez la ilusión del encuentro, como adecuación.
Sabemos que a pesar de ciertas ambigüedades de algunas contradicciones, y de la apuesta al “cartel ” como producción y herramienta privilegiada, para el trabajo de los Analistas, es conocida la tendencia en las comunidades lacanianas, a hablar del “efecto grupo”, del grupo como alimento de lo imaginario, lugar de la intersubjetividad y límite a la circulación de los discursos, ubicados por Lacan, como un dispositivo social, al servicio del discurso Amo.
Entiendo que, con el Cartel, Lacan propone, una
operación al interior de la institución psicoanalítica. Retoma el dispositivo
de grupo restringido, como herramienta privilegiada del trabajo en común, de
los analistas en su escuela.
En “la Psiquiatría Inglesa y la Guerra”, Lacan ya
había anticipado su inquietud, respecto a los grupos pequeños, y a la propuesta
de “trabajo” en esos pequeños grupos, que la audacia de Bion, sostuviera como intervención en la
mítica “Tavistock” Clinic de Londres.
¿Y si por un instante nos atreviéramos a interrogar si el “efecto masa” es una esencia propia de los grupos?
¿Y si se nos
ocurriera ubicar, el tan temible “efecto masa”, como un discurso posible,
sujeto a la lógica de una rotación, también en los grupos...?
En las instituciones de Analistas, ya no alcanzaría
con evitar el “efecto grupo”, la así
nombrada “obscenidad imaginaria”, que
supuestamente haría peso sobre el efecto de discurso.
¿No será que a veces en nuestra comunidad, “no hacemos
como... sino, que imitamos...”, en una
relación con la teoría, con los textos, devaluando la cosa, y más bien en un
proceso de idealización de las teorías, que las coloca en un lugar de objeto?
El Minotauro, es como dije al principio un sutil modo
de poner hoy a trabajar el mito.
¿Y...Cuál es el lugar del mito en las instituciones
psicoanalíticas? ¿Qué hacemos con
nuestros mitos?
Habrá que dislocar ciertos mitos, para que no se
inscriban en los Minotauros que arrasan.
Caminos
posibles , al interior de nuestras propias instituciones que nos posibilitarían
un poco más ser, como dice Levinas, comunidades del “frente a” y no del “junto a”,
o sea, no colectividades de la comunión sino, de las diferencias, de la
traza, de la marca, del estilo, que ayuden al sujeto, a no circular sólo, entre
galerías infinitas.
Lic.
Graciela Jasiner
Septiembre de 2000
*(una
versión de este texto fue publicado en la revista Actualidad Psicológica de Bs.
As.---Julio 2000)
BIBLIOGRAFIA.
v De Brassi, Juan Carlos: “Subjetividad, Grupalidad, Identificaciones”. Búsqueda- Grupo Cero. Bs. As. 1989.
v
Derrida,
Jacques: “La
deconstrucción en las fronteras de la filosofía”. Paidós. París 1989.
v
Graves,
Robert: “Los Mitos Griegos” Alianza. Madrid 1993.
v
Jasiner,
Graciela :”Dignidad”
Efba.1999
v
Jasiner,
Graciela :”Los laberintos de la sublimación” Efba.
Bs. As. 1998.
v
Jasiner,
Graciela y Woronowski, Mario:
“Para Pensar a Pichon”. Ed. Lugar. Bs. As. 1992
v
Jasiner, Graciela: “El Narcisismo como Herramienta para el
Abordaje Grupal”. Publicaciones para el Instituto de Investigaciones Grupales.
Bs. As. 1995.
v
Kovadloff,
Santiago: “Sentido y Riesgo de la Vida Cotidiana”. Emece, Bs.
As.,1998.
v
Lacan
Jacques: “Seminario
VII: la Etica del psicoanálisis”. Ed. Paidós. 1988.
v
Lacan,
Jacques: La tercera: “Intervenciones y Textos”. Manantial. Bs.
As. 1988.
v
Levinas,
Emmanuel: “El Tiempo y el Otro” Paidós. Barcelona 1993.
v
Vegh,
Isidoro: ”Matices del Psicoanálisis”. Agalma. Bs. As. 1991.
Comentarios
Publicar un comentario